Jagua, árbol legendario

Quiso Maroya con su astral blancura
servirse de tu simpar lozanía,
para engendrar a la que fuera guía
en leyes, pesca, caza y agricultura.

Tu fruto de finísima textura
resultó al aborigen ambrosía;
más aún, fue signo de gallardía
al exhibir tu azulada tintura.

Fue el hacha sedienta del ignorante,
con ruinoso afán de lucro salvaje,
de tu hábitat la pérdida causante;

mas, hoy tu pueblo te rinde homenaje,
siempre que con fe, trabajo y unión plante
tu germen, ¡verde perla del paisaje!

Creado en Cienfuegos, Cuba. 18 de octubre de 1999.
Modificado en London, Canadá. 8 de abril de 2022.

 

Guía para la interpretación del poema

I

El poema presentado intenta trasmitir de cierto modo un mensaje en el bello lenguaje sintético de la poesía y es en este presupuesto que asentamos el interés por abordarlo. Estas notas son entonces una guía para su interpretación.

En cambio, la mayor preocupación que sí hemos tenido desde hace más de dos décadas es que no hemos encontrado obras literarias donde el árbol sea protagonista o al menos sea aludido, en lo publicado en el último siglo en Cienfuegos. Reconocemos que la ya muy prolongada ausencia del árbol en el entorno citadino ha sido también un elemento que ha conspirado contra su inclusión; aunque sostenemos que las insuficiencias en el conocimiento y apego a la identidad cienfueguera han sido aún más detrimento, para la presencia del árbol jagua en las expresiones artísticas perlasureñas, en particular en la escritura.

II

En el ensayo El árbol jagua en la literatura. Apuntes; que estaremos presentando pronto, se discuten con algún grado de desenfado las dos únicas piezas cienfuegueras que incluyeran a la jagua, a saber; la Leyenda de Jagua, recreada por Adrián del Valle y publicada en 1919 y la obra: La jagua, árbol típico de Cienfuegos de Florentino Morales Hernández; esta última aun desconocida para el público. Son solo dos escritos para tamaña significación del árbol dentro de la cultura identitaria territorial. Es preciso crear más, es necesario fortalecer el apego a lo que nos distingue dentro del país.

Es en ese espíritu que hace poco más de una veintena de años quien escribe se inspirara para componer el susodicho soneto. Leer sobre nuestros antepasados y el respeto que se le profesó desde los mismos inicios del establecimiento de la colonia y no solo por sus registros en los topónimos, sino con perpetuar algunos de esos valores en sus sempiternos símbolos y, por otro lado, las lecturas a Florentino con sus ricas visiones bucólicas e históricas, pues desataron el insipiente talento y socavaron el temor a la técnica literaria.

Reciba Ud. este poema, intención de soneto, con la esperanza de que avive el interés por afianzar nuestra cultura identitaria y provoque a buscar más y mejor información hasta conducirle a la creación que se hace ya necesaria.

III

El poema tiene la estructura típica del soneto, esto es: las dos primeras estrofas son cuartetos endecasílabos y las dos restantes son tercetos de igual métrica. La rima es ABBA/ABBA/CDC/DCD. Existen algunas imperfecciones en su ritmo y cadencia, pero esas entran dentro de las limitaciones técnicas de su autor.

El título

Jagua, árbol legendario: Se hace alusión a la jagua (Genipa americana L.) como elemento esencial del argumento que sostiene la carga de simbolismo sobre el árbol según la leyenda de Jagua[1], recogida directamente de aborígenes de la comarca homónima. La misma leyenda aclara “Y con el nombre de Jagua también se designó el árbol de cuyo fruto había salido la mujer [Jagua], y por cuyo hecho se le consideró sagrado[2].”

Primer cuarteto

Primer verso: Quiso Maroya con su astral blancura

Maroya es la deidad taína representada en el satélite natural de la Tierra. Según la leyenda de Jagua, hizo incidir sobre un montón de frutos del árbol de marras “un rayo de luna, hiriendo a los frutos en desorden amontonados, hizo brotar de ellos a un sér [sic] maravilloso, de sexo distinto al de Caunao. Era una mujer [Jagua][3]”.

Segundo verso: servirse de tu simpar lozanía,

En la misma leyenda se refiere así al árbol “…  y se fijó en un árbol lozano, de bastante elevación y redondeada copa.[4]El árbol es notable en el monte pues comúnmente, contrasta con el resto de la vegetación por su tronco liso y recto, copa abierta con hojas grandes y de verde pálido. Durante el periodo de escasez de lluvias este es aún más reconocible por encontrarse deshojado y exhibiendo sus frutos globosos, de unos 9 cm de diámetro, ubicados hacia los extremos de las ramas.

Tercer verso: para engendrar a la que fuera guía

En la leyenda también se destaca este aspecto de forma extensa: “Jagua, la esposa de Caunao, fue la que dictó leyes a los naturales, a los pacíficos, la que les enseñó el arte de la pesca y de la caza, el cultivo de los campos, el canto, el baile y la manera de curar las enfermedades y de edificar o construir las viviendas. [sic] [5]

Cuarto verso: en leyes, pesca, caza y agricultura.

Más específicos son los historiadores Pablo Rousseau y Pablo Díaz de Villegas en un clásico de la historiografía local cuando revelan que Jagua “fue considerada como la diosa que enseñó a los hombres el ejercicio de la pesca, de la caza y de la agricultura[6].

Segundo cuarteto

Primer verso: Tu fruto de finísima textura

El fruto de la jagua es de piel fina y ligeramente aterciopelada al tacto. Al ir madurando su mesocarpio se ablanda y da sensación de suavidad al contacto.

Segundo verso: resultó al aborigen ambrosía;

La fruta es comestible y su consumo data de tiempos inmemoriales. Tanto su ingesta directa o en forma procesada ha sido reportado por cronistas e investigadores de las diversas culturas nativas de las cuencas de los ríos Amazonas, Orinoco y Esequibo en las comunidades aledañas al Mar Caribe.

El ex-presidente de la República y erudito, Alfredo Zayas dice: “de un acta de cabildo del Ayuntamiento de La Habana de 19 de junio de 1551 se deduce que era frecuente la venta de jaguas en las calles de la ciudad.[7]

Tercer verso: más aún, fue signo de gallardía

Las pinturas corporales han sido elementos, no solo de elegancia, o en rituales o de protección contra insectos; sino también como parte de la preparación para los combates inter- tribales o contra el conquistador europeo de ahí que su aplicación, tanto sólo o en combinación de otros pigmentos naturales, la bija (Bixa orellana) por ejemplo, sean elementos propios de las culturas que hemos mencionado.

Oviedo,  uno de los cronistas más elocuentes de la etapa de conquista española señaló: “para pelear, y parecer gentiles hombres píntanse con jagua, que es la fruta del árbol, de que hacen una tinta negra” [sic][9]

Cuarto verso: al exhibir tu azulada tintura.

El Protector Universal de los indios, Bartolomé de Las Casas, que residió breve tiempo en la comarca de Jagua, nos dice: “El zumo desta fruta es blanco y poco á poco se hace tinta muy negra, con que teñian los indios algunas cosas que hacian de algodon y nosotros escribíamos. Este zumo ó agua de las xaguas tiene virtud de apretar las carnes y quitar el cansancio de las piernas, y por esto se untaban los indios las piernas principalmente y tambien el cuerpo; despues de pintada se quita con dificultad en algunos dias aunque se lave. [sic][10]”.

Otra confirmación de lo anterior, entre muchas, nos llega en la siguiente cita: “Históricamente, el uso principal de la jagua fue para la extracción y preparación de una pintura corporal azul oscura, basada en taninos, por parte de los amerindios precolombinos.[11]

Esta cualidad tintórea del fruto de la jagua es algo que está ampliamente reportado y que apenas comienza a explotarse comercialmente en la industria alimenticia moderna, como colorante y, de los cosméticos, para tatuajes temporales.  Ambas de inmenso potencial para Cienfuegos.

Primer terceto

Primer verso: Fue el hacha sedienta del ignorante,

Una de las razones más poderosas que desató el interés por establecer definitivamente una colonia en las proximidades de la bahía de Jagua, fue la existencia de exuberantes selvas en las llanuras y las montañas del territorio. Por poco más de tres siglos la región había quedado a salvo del exterminio de la masa forestal autóctona sufrido en las jurisdicciones aledañas, que sucumbían ante el empuje de las demandas de la insaciable agroindustria azucarera y la ganadería. Hasta 1819, año de fundación, solo una muy escasa y dispersa presencia de pequeños hacendados se puede verificar en los archivos históricos, cuyo impacto era muy reducido.

A partir de la fundación de la colonia quedaba echada la suerte a tan copiosos y admirados bosques, la que en un breve periodo ya disparaba las alarmas de la cordura.

Como testimonio de la anterior aseveración tenemos esta espeluznante queja aparecida en un periódico en 1846 y que Miguel Rodríguez Ferrer contemplara en el análisis que hiciera sobre el problema de la rampante deforestación y que incluyó en su grandiosa obra cumbre[12]. Esta probablemente sea la primera protesta de su tipo inherente a los bosques jagüenses, consideramos de suma importancia presentarla en cada ocasión oportuna, pues aviva la conciencia y con ella el compromiso a trabajar por el verde de Cienfuegos.

[Rodríguez Ferrer] Jagua, decían, era el punto en que más abundaba el arbolado en toda la isla; por eso y por su hermosa bahía fue escogido por el mismo ingeniero constructor (…) para la formación de un astillero en donde se proponía construir dos fragatas de 40 á 50 cañones y una corbeta de á 24 cada año. (…) Pues bien: el capitán del puerto decía ya al jefe de marina de la isla en 16 de noviembre de 1834. “que no se podía contar en el distrito marítimo de Jagua con maderas útiles de construcción, particularmente de cedro y caoba, no solo en las haciendas contiguas á la costa, pero tampoco en las que se hallan en los tres ríos que en él desaguan, ni aun más allá”. (…)

[Rodríguez Ferrer] ¿y cuáles fueron esas causas que á tan deplorable situación trajeron esos frondosos bosques que eran antes el orgullo de la reina de las Antillas? (…)

Continúa exponiendo en su carta de denuncia el capitán del puerto de Jagua.

“-1. La extracción de maderas para el extranjero desde el año 1812, en que los dueños de las haciendas quedaron propietarios del arbolado”

“-2. El exorbitante consumo que hacen de los cedros los hacendados para cerrar sus potreros y sus fincas”

“-3. Los incendios hechos por los dueños de las mismas haciendas que han consumido maderas excelentes por no perder tiempo en labrarlas y extraerlas fuera de aquellas”

“-4. Los incendios también de las haciendas de cría de ganado, hechos para renovar el pasto, y que se consumen un sinnúmero de raíces y gajasones tan necesarios para la construcción naval y que son tan raros por su figura curva”

“-5. Y última. El abandono que se hace de porción de árboles útiles que se tumban en los caminos reales de tiro y en las sangrías para el arrastre de las piezas labradas”

Prosigue el denunciante:

“Desde 1812 data esa libertad, que más bien pudiera llamarse licencia escandalosa, de disponer, como mejor plazca á su capricho, del arbolado, que no es propiedad de los dueños actuales del terreno porque pertenece también á las generaciones futuras. Desde entonces data asimismo la destrucción de ese precioso depósito de riqueza, de lluvias fecundantes y hasta de fuerza y consideración marítima para la nación entera. Los buques construidos en el siglo pasado, á pesar de su número y tamaño, en nada le mermaron; su abandono al interés particular, […] arrasó, taló en los pocos años transcurridos de 1812 hasta 1842 los montes que envidiaba el mundo.”

Segundo verso: con ruinoso afán de lucro salvaje,

Otro testimonio de la grandeza de los bosques cienfuegueros podemos encontrarla en el caso de la famosísima caoba de Bouyón, ¡la más grande de la que se tenga noticias haya crecido en Cuba! El soberbio porte que alcanzó este ejemplar: 19,22 metros (m) de alto, 3,34 y 2,78 m el diámetro mayor y menor respectivamente y 5,57 m el cañón, aproximadamente[13] es sin lugar a duda un buen ejemplo de la clase de selvas que existían hasta hace menos de 200 años.

Pero la ambición desmedida por obtener ganancias a todo coste primó y Cienfuegos entonces se fue convirtiendo en un emporio de la monocultura de la caña de azúcar, con su expansiva carga de contaminantes e impacto nefasto en la vida salvaje. En sus respectivas épocas, pulularon en Jagua los geófagos más acaudalados del país: Tomás Terry, Familia Atkins y Julio Lobo, entre otros muchos. Nada ha sido suficiente para detener y revertir hasta niveles tolerables los desmanes que se extienden hasta nuestros días.

Tercer verso: de tu hábitat la pérdida causante;

Manuel Moreno Fraginals, en una obra cumbre de la historia de la geotransformación en Cuba, nos decía que “Cienfuegos, fundada en 1819 junto a los bosques que envidiaba el mundo tenía graves problemas para conseguir leña.[14]” y es que a pocas décadas del establecimiento ya aquellas fabulosas selvas tropicales habían terminado alimentando las calderas donde se evaporaba el guarapo, al tiempo que se esfumaba la vida silvestre y desvanecía la fertilidad de los suelos.

Así se fue como el territorio fue perdiendo su riqueza forestal hasta el punto de que ha figurado por muchos años como la provincia con menor porcentaje de cubierta boscosa en el país, actualmente[15] es de 18%. Mucho se ha estado haciendo, pero habría que reconocer que ha sido insuficiente, tanto en su cantidad (extensión), como en su calidad (tipos y composición de los bosques) y su distribución en el paisaje jagüense.

¡Tanta vida silvestre aniquilada! ¡Tanta feracidad de los suelos perdida! ¡Tanta erosión genética devenida! ¡Tanta belleza apocada! Entre todas estas exclamaciones sólo una es reversible, cual es la tarea en la que debemos ocuparnos sin más dilación: restaurar la beldad, y eso empieza desde nuestras conciencia.

Segundo terceto

Primer verso: mas, hoy tu pueblo te rinde homenaje,

Hacia mediados de la década de los noventa del siglo pasado solo existía un ejemplar del árbol jagua en todo el entorno citadino, para bien en el histórico Parque Martí. Este había sido plantado simbólicamente por Florentino Morales a inicios de esa misma década. Sin embargo, este árbol no fue cultivado, sino extraído de algún lugar cercano al poblado de Abreus, según supimos en indagaciones. Lamentablemente, este ejemplar nunca superó el inmenso estrés fisiológico ocasionado en él por la operación de moteo y plantación, por lo que estuvo prácticamente sin lustre por varios años hasta que fuera dañado severamente por el huracán Michelle en 2001 que provocó su ulterior remoción.

Posteriormente, se han realizado algunas plantaciones en lugares destacados de la ciudad; para un listado de dichos sitios se puede consultar la comunicación[16] dedicada al árbol y publicada en el portal digital del grupo Cienfuegos Verde; no obstante, esa es solo una aproximación, sospechamos existan otros ejemplares.

Desde Cienfuegos Verde hemos hecho una contribución modesta a este propósito, a la fecha (primavera de 2022) y en solo poco más de un año de existencia como asociación, se han plantado quince ejemplares siguiendo los requerimientos técnicos que garanticen un desarrollo pleno según se han estipulado en el proyecto: Una jagua para Jagua.

No obstante, siempre hemos estado convencidos que el rescate del árbol como símbolo va más allá de incrementar su presencia, aunque esta es imprescindible, sino en la combinación de acciones y factores que logren impregnar un sentimiento de identidad fehaciente en la comunidad.

Segundo verso: siempre que con fe, trabajo y unión plante

La divisa adoptada desde los tiempos fundacionales de lo que es hoy la ciudad de Cienfuegos fue: Fe, Trabajo y Unión, así aparece en el escudo oficial diseñado por el benefactor Agustín de Santa Cruz, a solo 15 años de fundación de la colonia. Esos son los pilares que han sostenido la prosperidad del territorio y consagrado el apego de sus conciudadanos a la manera de ser y pensar del cienfueguero. Esa esencia tiene que prevalecer.

Tercer verso: tu germen, ¡verde perla del paisaje!

El rescate integral del árbol atributo de Cienfuegos por supuesto que va más allá de su presencia en parques y jardines citadinos, tiene que extenderse hasta la mayoría de los ecosistemas naturales presentes en el territorio en donde él es parte de su composición original. Afortunadamente contamos con varios ejemplares de jaguas diseminados por los montes costeros, ribereños y montañosos; pero no son suficientes, porque tampoco lo son los montes.

Esta sería la mejor manera de rescatar un símbolo: reintegrando lo mejor y mayor posible su hábitat originario y en eso Cienfuegos Verde está comprometido.

[1] Leyenda de Jagua. En Revista “Bohemia”. Vol. X. Habana. Abril 20 de 1919. Número 16. Página 7.

[2] Loc. cit.

[3] Loc. cit.

[4] Loc. cit.

[5] Loc. cit.

[6] Memoria descriptiva, histórica y geográfica de Cienfuegos 1819-1919”. Pablo Rousseau y Pablo Diaz de Villegas (1920). Pág. 27

[7] Lexicografía antillana. Diccionario de voces usadas por los indios de las Antillas mayores y de algunas de las menores (…) Alfredo Zayas y Alfonso. 1914. Tomo I. Habana. Imprenta El Siglo XX. Pág. 321.

[8] Ibídem. Pág. 395.

[9] Prehistoria de Puerto Rico. 1907. Cayetano Coll y Toste. San Juan. Tip. Boletin Mercantil. Pp. 300. Cita en página 308. Consulta digital: https://babel.hathitrust.org

[10] Historia de las Indias. Bartolomé de Las Casas. Edición El Camino (1875). Tomo V. Apéndice: “Apologética Histórica de las Indias” Capítulo XIV, Pág. 159.

[11] Especies forestales productoras de frutos y alimentos. 3. Ejemplos de América Latina. FAO, Documentos Forestales 44/3. Roma, 1986., Pág. 107-109. También puede hacerse consulta digital: https://www.fao.org/3/an785s/an785s.pdf.

[12] Naturaleza y civilización de la grandiosa isla de Cuba. 1874. Miguel Rodríguez Ferrer. Madrid. Imp. de J. Noguera. Pp. 943

https://babel.hathitrust.org . Ver cita en página 717-719.

[13] Para más detalles sobre el particular, leer el excelente artículo elaborado por Luis Carnot y publicado originalmente en el portal de la asociación Cienfuegos verde, ver en la siguiente dirección: https://www.cienfuegosverde.org/la-caoba-de-bouyon-o-la-gran-caoba-de-jagua/

[14] El ingenio. Complejo Económico Social Cubano del Azúcar. Manuel Moreno Fraginals. 2001. Editorial Crítica S.L. España. Edición digital. Pág. 94. La adjetivación señalada al parecer fue tomada de la misma cita que colocáramos antes proveniente de la obra de Miguel Rodríguez Ferrer.

[15] Panorama Ambiental. Cuba 2018. Publicado por el Centro de Gestión de la Información Económica, medioambiental y Social, de la Oficina Nacional de Estadística e Información de la República de Cuba, 2019. Consulta, junio 23 de 2020, en línea: http://www.onei.gob.cu/

[16]Consultar:  https://www.cienfuegosverde.org/el-arbol-de-jagua-simbolo-de-identidad-parte-1-de-3/ esta comunicación fue publicada en tres partes.

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