Por: Delvis Toledo de la Cruz
La noticia vuelve a ser funesta. Tal parece que es innato el sentimiento de aversión de la mayoría de los cienfuegueros hacia la floresta. Hasta el almácigo fue cortado con saña; pero algunos cedros se rebelan contra el machete y han vuelto a rebrotar. Las palmas reales todas han sucumbido, y el árbol de la ciudad, la jagua, hace mucho pereció, fueron las palabras de Yordenis González, uno de los coordinadores del grupo de ecologistas Cienfuegos Verde, desde su canal de WhatsApp, en referencia a los árboles que fueron sembrados en junio del año 2022, honrando a los fallecidos en el fatal accidente del Hotel Saratoga de La Habana.
La bella iniciativa, que buscaba elevar las almas de los 46 cubanos fenecidos y una ciudadana extranjera, de manera simbólica mediante la figura de una “espiral arbolada”, ya no podrá ser vista desde el cielo por culpa de un puñado de personas destructoras e indeseables.
El lugar claramente fue distinguido en aquel entonces con una admirable tarja realizada por Janier Delgado Seijo, donde expresa la importancia de preservarlo para las nuevas generaciones. Pero no bastó. Los indolentes tampoco sabían leer.
La Roystonea regia que conformaba el núcleo de la espiral, más otras cuatro en el arco exterior del símbolo, coincidentes con los puntos cardinales (norte-sur-este-oeste) donde crecerían también fuertes majaguas, ceibas, cedros y otros, han sido tronchados una vez más.
“Pareciera que quienes arrasaron nuestros bosques (de 95-90% a 14-10 %) transmitieron genéticamente esa terrible vocación”, expresa otro de los miembros del colectivo, en clara alusión al despojo de la fronda nacional durante los años del colonialismo español.
“Es verdefobia total”, dice Harlem Eupierre, otro integrante, y uno de los que más aplaudió la iniciativa de dar impulso a este Proyecto Saratoga con el apoyo de la Sociedad Cultural José Martí (SCJM), quienes aportaron, entre otros elementos, el sitio de la plantación cercano a la Calzada de Dolores. Desde hace más de 30 años, dicho enclave quiso destinarse como eco parque, luego como un zoológico, vivero, y por último, a bosque martiano. Hoy, para tristeza de los que sí aman la naturaleza, se ha convertido en un espacio de continuos ultrajes.
Esos cienfuegueros malhechores no entienden de espirales ni de sus significados antológicos. Ninguno, en esencia, sabe del trabajo y la constancia con que fueron plantados estos seres vivos. Ninguno sabe apreciar y valorar la vida, el entorno. Ninguno comprende y tal vez jamás logren entender la importancia de honrar y amar al prójimo.
Acerca del autor:
Licenciado en Letras por la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas.
Gracias Delvis por tu aldabonazo. Tus palabras manifiestan nuestro pesar por estos reveses.
Tècnicamente podrìamos hacer algunas cosas para atenuar los daños sobre los arbolitos plantados, pero los recursos que disponemos son muy exiguos; por eso hemos apostado tantas veces a la conciencia de nuestros coterràneos, sin embargo nos molestan estos vandalismos desalmados.
Nosotros en Cienfuegos Verde, seguiremos plantando àrboles y trabajando, modestamente, con la comunidad. Somos optimistas porque creemos en lo que hacemos y, como fieles seguidores de las ideas martianas, tambièn creemos en el mejoramiento humano y la utilidad de la virtud.
¡Cienfuegos tendrà que ser màs verde!
Difíciles tiempos, pero no habrá desmayo, ojalá que algunos lean, destruyen uno y le plantamos el doble.
Hoy casualmente pensaba en los colores de los árboles y las flores, en sus fragancias y en ese oxígeno que recibimos de la naturaleza. Que nos hacen ser mejores personas.
Los que cometen tales actos contra la naturaleza ,no sólo padecen de una ignorancia supina,sino que no se aman a sí mismos,porque el ser humano forma parte indisoluble del medioambiente; destruyéndolo,sólo consigue colaborar con la inabitabilidad de la tierra,nuestro,bello, único y maltratado planeta.
En la década de los cuarenta del siglo XIX,el geógrafo español Miguel Rodríguez Rodríguez Ferrer, recorrió y estudió gran parte de nuestra isla,a la que calificó por la riqueza de sus bosques y otros recursos naturales como «grandiosa»,y ante la tala indiscriminada de sus bosques, provocada por el auge de la industria azucarera, proponía la siembra de cuatro árboles por cada uno que se cortaba.
Hoy nos toca, urgentemente,no sólo sembrar,sino también cuidar y proteger lo que sembramos,por cada parque debe haber,al menos, dos guardaparques,que velen no sólo por que no se produzcan actos vandálicos contra los bancos, luminarias,verjas y esculturas,sino también y como objetivo principalísimo,contra sus árboles y áreas verdes